viernes, 4 de octubre de 2013

Capítulo 48.

Se pone de pie y se quita la camiseta. Me quedo mirándole asombrada. Menudos abdominales, se nota que se está machacando en el gimnasio. Se da la vuelta y me enseña la espalda.
Dani: Mira mi cuello.
¿Pero que ha hecho? ¿Se ha vuelto loco?
Dani: ¿Te gusta?
Yo: ¡Estás loco!
Dani: No.
Me quedo mirándole. Sigo asombrada.
Dani: Está reciente, pero mira, tócalo.
Me arrimo a él, me pongo de puntillas ya que es un poco más alto que yo y le paso con cuidado los dedos por encima del tatuaje... wow. Puedo notar bien las letras, A, N, D, R, E, A.
No sé como se le ha ocurrido hacer eso, en serio. O sea, ¿es consciente de lo que ha hecho?
Yo: ¿Te duele?
Dani: No mucho, pero está reciente y eso.
Yo: ¿Eres consciente de lo que has hecho?
Dani: Em... sí, me he tatuado ANDREA en el cuello, ¿qué problema le ves?
Me rió.
Yo: ¿Cómo que qué problema le veo? ¿Y si algún día rompemos? Pero de verdad, no como ahora.
Dani: No me voy a arrepentir nunca, porque si rompemos, habrás sido la etapa más bonita de mi vida y no habrá nadie que me haga sentir como lo haces tú.
Me quedo mirándole, seria, impasible. ¿De verdad ha dicho eso? Estoy nerviosa. Me miro los dedos de las manos.
Yo: Me encanta, de verdad, pero te vas a arrepentir.
Dani: ¿Por qué? ¿Me vas a dejar?
Lo dice de una manera que me da una punzada en el corazón, pero, ¿cómo se le pasa esa idea por la cabeza?
Yo: No Dani, no me voy a ir a ningún lado, voy a estar siempre a tu lado.
Dani: Gracias.
Yo: ¿Gracias por qué?
Dani: Por estar a mi lado, me haces sentirme querido y me mantienes los pies en la tierra.
Yo: Es que el día que se te suba a la cabeza, te doy una bofetada y se te quita la tontería -sonrió-.
Me mira y sonríe. Le miro. Hace frío, bueno, frío no, más bien fresquito.
Yo: ¿Sabes que hace frío y tú estás sin camiseta?
Dani: Te dejo que disfrutes de las vistas -sonríe pícaro-.
Yo: ¿Cómo eres tan creído?
Dani: Porque puedo.
Le miro, niego y río.
Dani: ¿Qué? Me dirás que es mentira...
Yo: Anda y anda...
Dani: Que es broma tonta -me abraza por detrás-.
Giro un poco la cabeza por el lado y le veo.
Dani: Dame un poquito de amor anda...
Yo: Antes ponte la camiseta.
Dani: -me mira extrañado-. Vale.
Se agacha a coger su camiseta pero me adelanto y la cojo antes.
Yo: Pero para ponerte la camiseta, primero tendrás que cogerme.
Y salgo corriendo por la Dehesa. Es todo de césped y arena, plano, por lo que correr por ahí es fácil. Estábamos justo enfrente del escenario, es decir, al final de la Dehesa, por lo que tengo que correr muchísimo para salir de donde estamos y llegar al camino por el cuál llega a las cabañas, que en llegar al camino hay como diez minutos andando hasta mi cabaña. Sí, está muy lejos.
Sigo corriendo, voy por casi mitad de la Dehesa, estoy muy cansada, mi respiración es irregular, Dani está casi detrás de mi, no me pilla por poco.
Vamos Andrea, puedes llegar a la cabaña, en realidad no es tanto. O sí, si que es mucho, pero no puedo dejar de correr o me atrapará y a saber que me hace... Sonrío pensando en lo que podrá pasar. Me giro y lo veo, está casi casi pillándome, si estira el brazo, creo que me coge. Intento ir más deprisa, pero se nota que es verano y no entreno. Me estoy fatigando, me cuesta respirar. Veo el camino de carretera, por donde están todas las tiendas y el que lleva a las cabañas. Vamos Andrea, que estás ya ahí, me digo a mi misma.
Me giro para ver donde llevo a Dani. No lo veo. Vuelvo a mirar para adelante por si hay algo no comérmelo. Me vuelvo a girar, miro por los lados y tampoco. ¿Dónde se ha metido este chiquillo?
Vuelvo a mirar para adelante.
Dani: Pillada -me sonríe-.
Estamos uno enfrente de otro. Es plena noche, si antes eran las tres menos cuarto serán ya cerca de las cuatro y media. Solo se oye el ruido de nuestras respiraciones irregulares, debidas al ejercicio que acabamos de hacer, y el ruido de los grillos.
Dani: No deberías de haber hecho eso.
Trago saliva, eso me suena a amenaza y promesa.
Yo: ¿Por qué?
Dani: Por esto.
Y me carga en sus hombros como si fuera un saco de patatas.
Yo: ¡Bájame!
Dani: No, no.
Yo: Que sí, ¡bájame!
Empiezo a mover las piernas y los brazos para que me deje.
Me empieza a dar cachetadas en el culo.
Dani: Sh... no chilles. No querrás despertar a la gente, ¿verdad?
Yo: No.
Dani: Pues calla.
Yo: Pues bájame.
Dani: No, vas a volver a salir corriendo, y estoy demasiado cansado para salir corriendo detrás de ti.
Yo: Oh, el chico deportista está cansado, no me lo puedo creer -digo con ironía-.
Dani: Oh... te la estás jugando.
Yo: ¿Ah sí? ¿Y qué me vas a hacer?
Dani: Ahora lo verás.
Y sigue andando a paso decido no sé a donde.



Estamos en su cabaña, no hay nadie, los demás estarán por ahí perdidos, menos Carlos que estará con Silvia, claro. Ha cerrado la puerta con pestillo, no sé que tiene pensado.
Dani: Vamos a mi habitación.
La noche promete.
Yo: ¿Para qué?
Dani: Ahora lo verás, vamos.
Oh dios.
Va a su habitación y le persigo.
Entramos y cierra la puerta y la ventana que la tenía abierta.
Dani: ¿Me das mi camiseta?
No me acordaba que la llevaba. Se la voy y la tira al suelo.
Dani: Vamos haber que hacemos con tu ropa.
Se arrima a mi. Me quita su camiseta. Se me pone la mano en la cintura.
Dani: Tan preciosa como siempre.
Me empieza a dar besos por el cuello. Lentos, suaves, pero de momento empiezo a notar presión. Dios, como si me estuvieran absorbiendo. Me está haciendo un chupetón. Lo mato. Un chupetón cuesta en irse y se queda marca, mucha marca. Cuando para de absorberme el cuello, porque es lo que ha hecho empieza una camino de pequeños besos hasta la comisura de mi boca. Ahora está dándome pequeños besos alrededor del labio.
Yo: ¿Por qué has hecho eso?
Dani: Hacer... qué... -dice entre beso y beso-.
Yo: El chupetón, sabes que se me va a ver y que se queda muy marcado.
Deja de darme besos.
Dani: Necesito que sepan que eres mía, sólo mía. Tenía que marcarte de alguna manera.
Yo: No era necesario.
Dani: ¿Qué más da? Ya está hecho -sonríe-.
¿Con qué jugamos con esas intenciones? Vale, dos podemos jugar al mismo juego.
Le empujo contra la pared y le aprisiono sin piedad. Empiezo a besarle, salvajemente. El ambiente se está calentando. La electricidad que hay entre nosotros se empieza a notar. Va subiendo la temperatura. En un beso, le muerdo el labio inferior, pero le muerdo tan fuerte que se le va a notar, va a llevar el corte y la inflamación, que se le note.
Dani: ¡Au!
Yo: Ojo por ojo, diente por diente -le guiño el ojo-.
Me mira, se toca el labio y sonríe.
Me siento en la cama. Dani se acerca lentamente. ¿Cómo puede hacer que andar sea tan sensual? Se pone delante mía y se abalanza sobre mi.
Estamos tumbados en la cama. Él encima de mi. Me tiene presionada contra el colchón. Me está besando sin parar, no me deja casi respirar.
Yo: Ey, tranquilo, no hay prisa.
Dani: Te deseo tanto.
Y vuelve a besarme. Me muerde el labio inferior y estira. ¡Au! Eso no vale.
Le sonrío.
Y ahora es cuando la ropa empieza a sobrar.

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