lunes, 11 de noviembre de 2013

Capítulo 53.

Salimos de la cabaña y está todo en silencio. Hace frío. Las hojas caídas del los árboles se vuelan. Me pongo a pensar en todo lo que está pasando. Alrededor de nuestra cabaña hay un montón de hojas de árboles en el suelo. Miradlas, crecen altas, vivas, en las copas de los árboles, maduran... ¿y luego qué? Luego... simplemente, se caen y se vuelan. O las pisamos. Después de estar en lo más alto, caen, de pronto, caen de golpe. Pero por mucho que las pisen, siguen ahí, fuertes, en el suelo, esperando a que otra ráfaga de viento se las lleve.
Marta: ¡Andrea!
Yo: Sí, dime.
Marta: Vamos a lo de las vecis, ¿vas a venir?
Yo: No, voy a hablar con Dani antes, ahora voy.
Marta: Vale, me llevo yo las llaves, que estás ya se han ido para allá.
Yo: Vale ahora nos vemos -la abrazo-.
Voy para la cabaña de Dani... me siento mal, necesito desahogarme con alguien, que alguien me comprenda. Me siento sola, muy sola.
En cuanto llego a la cabaña me paro en seco. No me puedo creer lo que estoy viendo... no, esto no es real. A mi no me puede estar pasando esto... no ahora.
Yo: ¿Dani?
Levanta la mirada y se separa rápidamente de la chica con la que estaba abrazado, muy pegado, cabeza con cabeza y sonriéndose.
No sé quién coño es esa, y ahora no lo quiero saber.
No sé como me siento, pero estoy sintiendo muchas sensaciones juntas a la vez: estoy sola, navegando por el inmenso océano, me han traicionado... con otra, que irónico. La 'chica perfecta' no puede más. La chica que siempre está sonriendo y animando a los demás... no puede más. Quiero estar sola, sin nadie alrededor. Sólo quiero ser feliz, ¿tanto cuesta? ¿tanto cuesta estar bien? ¿sin problemas?
Dani: ¡Andrea!
No sé cuanto tiempo ha pasado, no soy consciente, sólo sé que estoy quieta, delante del hombre al que amo, siendo traicionada y mirando al suelo.
Dani viene hacia mi al momento, me pone la mano en el hombro.
Yo: ¡No! -levanto la cabeza y todas mis lágrimas empiezan a deslizarse por mis frías mejillas-. No me toques.
Al momento aparta la mano.
Dani: Todo esto tiene una explicación.
Yo: No Daniel, no quiero ninguna explicación, he llegado al límite.
Dani: Andrea no, por favor.
Yo: De tan buena tonta... -sonrío con ironía dolida por dentro-.
Dani: Tonta no, por favor, déjame explicártelo.
Yo: ¡No! -rompo más a llorar-. ¡Para esto no hay explicación!
Dani: Andrea... por favor.
Mira, si parece dolido y todo, pero cuando estaba bailando con la otra, ¿qué? ¿ahí no había pensado en mí ni en lo que hubiera pasado si le hubiera visto? Aunque no sé que prefiero, verlo, o que me lo oculte.
Yo: Ahórrate las mentiras.
Me doy media vuelta y me voy, ¿dónde? No lo sé. Pero lo primero que pienso es ir a mi cabaña, ahora es como mi pequeña fortaleza.
¿Por qué todo el mundo me hace daño? ¿Quieren hundirme? Lo han logrado. La fuerte Andrea ha caído.
Han podido conmigo. Ahora solo busco la felicidad. O simplemente, no sufrir. ¿No se puede tener un amor como los de antes? Esos que cuando decías 'te quiero' es por que lo sentías, no porqué quieres liarte, o simplemente, pasar un buen rato. Quiero ir a esa época, quiero un amor de esos, pero al fin y al cabo... esos no existen, ¿verdad? Porque decidme, ¿quién no sueña con príncipe azul? Pero nosotras no tenemos la culpa de querer uno, la culpa la tienen nuestros padres, o quizás nuestros abuelos, o nuestros antepasados por hacernos creer que el amor verdadero existe, por creer que hay alguien que siempre va a estar a tu lado cuando eso no es verdad, eso no existe, al menos hoy en día.
Me siento en el porche de mi cabaña ya que no tengo llaves. Hace frío, mucho frío. Voy con un pantalón largo y una camiseta por encima del ombligo, pero me estoy congelando. El aire pasa por mis huesos. Empiezo a tiritar. Me encojo y me abrazo a mis rodillas. Podría ir simplemente a la cabaña de al lado y pedir las llaves, pero no quiero, no tengo ganas.
Todo lo bueno que hemos vivido... ¿ya lo ha olvidado? ¿tan deprisa?
'Andrea, ¿estás bien?'.
Levanto la cabeza para ver quién es, me limpio un poco los ojos.
Yo: David...
Me levanto y simplemente lo abrazo. Eso es lo que necesitaba, un abrazo. No me separo de él, sigo abrazándole.
David: Ey pequeña... ¿que ha pasado?
Nos sentamos en las escaleras y le cuento lo sucedido, y como me siento.


David: Debe de haber una explicación... me extraña que hago eso Dani.
Tirito.
Yo: No quiero más explicaciones, estoy en el límite.
David: Ven anda, que hace frío.
Me pasa el brazo por detrás de el hombro y me pega a él. Noto su calor corporal y tengo menos frío cada vez.
David: No estés mal... te mereces algo mejor.
¿Algo mejor? ¿A qué se refiere?
Se empiezan a oír risas y nos separamos instintivamente.
David: Me voy a cambiarme que en media hora empieza la fiesta. Luego hablamos.
Yo: Vale -sonrío falsamente-.
David: Hasta luego enana -me sonríe-.
Yo: Adiós David.
Vienen las chicas e intento disimilar que he estado llorando. No quiero un interrogatorio ahora.
Alba: ¿Ya estás aquí?
Yo: Sí -digo con un hilo de voz-.
Lau: ¿Estás bien?
Yo: Sí, vamos, ¡que la fiesta va a empezar!
Nos empezamos a cambiar.



Estamos listas. Marta, Lau y Alba van de abejas, Silvia de futbolista y yo de pirata. Llevo un pañuelo rojo y los labios pintados del mismo color.
Vamos para la zona de la fiesta, que está al lado de nuestra cabaña. El sitio está bien, es como si fuera un comedor grande pero sin nada, solo con una barra, pero no venden bebidas alcohólicas. No tengo nada de ganas de fiesta... pero tendré que ir, pasarlo genial y aparentar que estoy bien, una vez más.
Hacemos la cola y entramos. Los chicos aún no están. Hay música, está bien, no me puedo quejar. Todas están bailando, yo estoy sentada en una silla que hay por ahí, al menos no hace frío.
Suena Wrecking Ball, de Miley Cyrus.
(Ponedla http://www.youtube.com/watch?v=mRFHAvdwXXs ).
No puedo evitarlo, y las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas. ¿Es esto el final? Lo amo, lo amo a más no poder, pero esto es un amor maligno. Lo paso mal. Estoy sufriendo mucho... no puedo llevar esto. ¿Qué puedo hacer?
Se empiezan a oír chillidos. Los chicos están entrando.
Blas: ¡Qué pasa!
Carlos: Qué música tan triste... ¡vamos a poner algo más animado!
David: ¡Que no decaiga la fiestaaa!
Miro a Dani, que intenta sonreír. Está tocado, como yo, pero todo esto... es culpa suya, yo nunca he querido que esto pasara.
Álvaro: ¡Tengo una idea, pero necesito silencio! -todo el mundo se calla-. Vale, bien. Ahora, vamos a relajarnos y vamos a oír esta canción, que es preciosa.
Todo el mundo se calla y dejamos sonar la canción.


(Quitadla).
Han cambiado y han puesto otra más animada, todo el mundo está animado.
Esto más animada... bueno no, pero al menos he dejado de llorar.
Estoy sentada y viene Magí hacia mi.
Me abraza.













Y hace una foto y la sube a Instagram. Intento sonreír... pero no puedo.
Magí: Ya he enterado... y no... ¡vamos a bailar!
Me mete al pelotón y empezamos a bailar, parece que esto se ha animado.
Los disfraces de los chicos son un pasote, menos Dani... Dani va más normal: Blas de Peter Pan, Álvaro de elefante, David de cebra, Carlos de jirafa y Dani de pistolero.
Magí y yo bailamos al ritmo de la música, pero no quiero bailar más.
De repente, Magí como que me empuja para atrás y alguien me coge.
Me giro. Y es David. Una pequeña parte de mi quería que fuera Dani, pero no... no es.
David: ¿Está mejor?
Yo: Supongo.
De repente suena una canción... o no, esa canción no, por favor.
David me deja y estoy sola, entro todo el pelotón. Intento localizar a Dani con la mirada y no lo encuentro.
Siento una leve respiración por el cuello.

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